Historia y contexto 1983

 
1983: Nacimiento del Frente Patriótico Manuel Rodríguez

 Un país refundado en el dogma neoliberal, sobre la sangre y los huesos de miles de chilenos y chilenas lanzadas al mar y al desierto. Con una década de ocupación militar encima, los primeros años de capitalismo salvaje mantienen a grandes sectores de la población en la miseria y el terror.

 Una generación harta del miedo y el hambre, del exilio y la tortura. Sebastián Acevedo entregando su cuerpo al fuego público en Concepción para denunciar el secuestro de sus hijos. La primera Marcha contra el Hambre (24 de marzo) y la primera Protesta Nacional (11 de mayo) en 10 años. El ajusticiamiento de Carol Urzúa por un comando del MIR. El nacimiento del Movimiento Democrático Popular, como oposición de izquierda a Pinochet. El nacimiento de la Alianza Democrática, como oposición de centroderecha a Pinochet.

 Un Partido Comunista en lenta y dificultosa (pero indetenible) reconstrucción al interior, y en álgida disputa al exterior, entre quienes plantean radicalizar la oposición a la Dictadura, y quienes se mantienen reacios a responder violencia con violencia. 

 Cuadros militares formados en Cuba y fogueados en el triunfo revolucionario en Nicaragua son, luego de mucho insistir y más demostrar, por fin autorizados a ingresar al país para iniciar la profesionalización y conducir las acciones de una Fuerza Militar Propia, así como estructurar el Trabajo Militar de Masas.

 En mayo de 1983 ingresan clandestinamente a Chile Raúl Pellegrin (Rodrigo), Orlando Bahamonde (Caballito) y otros 3 oficiales militares comunistas, para iniciar la reorganización y centralización de recursos, mando y acciones, así como la implementación del plan diseñado por la Comisión Militar del Partido.

 En este escenario y como corolario a la primera campaña “Fuera Pinochet”, un 14 de diciembre nace el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), atribuyéndose un apagón que deja a oscuras a todo Santiago y el centro del país. Las acciones armadas de las noches de Pascua y Año Nuevo, hostigando cuarteles de la Central Nacional de Informaciones (CNI), la temida policía política del régimen, dejan claro dónde está el único enemigo que merece violencia.